El diccionario de la Real Academia Española define la palabra “estrés” como: tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves. De primeras, nos sorprendió esta definición porque no se limita solamente a describir una situación, sino también advierte de lo que puede causar.
¿El Estrés es malo? Realmente un nivel básico de estrés es bueno; nos permite estar en alerta y ayuda a que seamos proactivos. El “American Institute of Stress” nos indica la curva del funcionamiento humano bajo los efectos del estrés; existe el estrés bueno donde cada uno encuentra su fase cómoda. Si el estrés no cede, entonces se transforma en estrés malo, o “angustia” donde la persona empezará a sentirse incómoda, cansada y en este punto es cuando empiezan los cambios fisiológicos que finalmente llevan a la enfermedad y a la crisis nerviosa. Es importante comentar que no existe un medidor objetivo del estrés; cada persona tiene su propia curva.
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Cuando una persona se encuentra en su situación de estrés malo, su cuerpo empieza a prepararse ante esta amenaza. Se trata del famoso instinto básico de lucha y/o huida. Afecta al sistema nervioso central (el sistema simpático libera adrenalina); el sistema endocrino aumenta el nivel de azúcares en la sangre; el sistema respiratorio se acelera provocando hiperventilación; el sistema cardiovascular provoca un aumento en la frecuencia cardiaca y provoca hipertensión arterial; el sistema reproductivo se queda suprimido; los sistemas inmunológico y digestivo sufren alteraciones y finalmente, el sistema musculoesquelético, preparándose para la “lucha y/o huida” aumenta el tono muscular.
Efectivamente, cuando el estrés no cede, o incluso va en aumento, los músculos aumentan de tono, o dicho de forma más simple, se ponen más tensos. En el artículo anterior hemos mencionado la columna cervical como una zona muy afectada por las malas posturas adoptadas en las oficinas. Esto significa que ya sin el factor “estrés”, podemos hablar de unos músculos en espasmo. Si encima el empleado está estresado, entonces es normal empezar a notar el típico dolor en los omoplatos, en el cuello y en casos severos, también dolores de cabeza. Vamos a conocer dos zonas que sufren de forma especial estos cambios; el trapecio y los músculos relacionados con la articulacion temporomandibular.
El trapecio es un auténtico espejo del estado de ánimo de una persona. Con estrés, agobios y malestar general, la tensión en el trapecio aumenta y produce un dolor generalizado en todo su recorrido. Su inserción en la parte superior al occipital, es responsable del dolor de cabeza tensional. Se puede averiguar si hay tensión en el trapecio; si se nota los hombros elevados, entonces el músculo está tenso. Ya estamos sufriendo «estrés malo».
La segunda zona especialmente afectada con un aumento de estrés es la articulación temporomandibular y los músculos asociados con ella. Igual que con el ejemplo anterior, proponemos un ejemplo casero para averiguar la tensión en esta zona; cuando hay tensión elevada, es bastante posible que tengamos los dientes apretados. Aparte de desgastar el esmalte de los dientes, esto produce un dolor generalizado en varios puntos de la cabeza, tal y como indicamos en la siguiente imagen.
Puntos gatillo y dolor referido del trapecio. De Travell y SimonsEs evidente que ningún empleado debería sufrir los efectos del estrés elevado; en realidad hay miles de empleados que sufren de este fenómeno que finalmente reduce la productividad del empleado y el dolor asociado es razón de muchas bajas laborales.
Como fisioterapeutas, no nos sentimos a la altura de poder dar consejos sobre técnicas del manejo de estrés laboral, pero si recomendamos utilizar técnicas de relajación muscular que ayudarían a disminuir esa tensión muscular tan molesta. Para conseguir esto, recomendamos bajar nuestra hoja de estiramientos, imprimirla y tenerla siempre a mano en la oficina. Finalmente, si ya notamos dolor muscular, lo más probable es que no desaparezca a menos que no recibamos un tratamiento adecuado hecho por supuesto por un fisioterapeuta colegiado.
Colegiado nº 3867
Diplomado en Fisioterapia por la Universidad de Malta. Master de osteopatía por la Universidad de Alcalá de Henares