Cuando nos adentramos en los años de la ancianidad los problemas de salud que afectan a las personas las convierten en más vulnerables y por eso mismo a partir de cierto momento empieza a ser necesario que reciban ayuda para realizar todas esas tareas que antes podían completar sin un apoyo adicional.
Con el paso de los años se va perdiendo fuerza y agilidad, ya no se tienen los mismos reflejos, y como consecuencia la vida empieza a limitarse en sus posibilidades.
Todo esto, en principio, no tiene por qué afectar negativamente a una vida que puede ser plena si se produce una buena adaptación a la nueva situación. Sin embargo, cuando aparecen enfermedades limitantes en extremo, en ocasiones acompañadas con dolor severo, o cuando se ven afectadas las facultades cognitivas, la situación que se plantea empieza a demostrar que la ayuda de los familiares ya no es suficiente, y empieza a ser necesario recurrir a un especialista.
La tercera edad y los problemas de salud
Asociada a la vejez hay una serie de enfermedades que pueden afectar muy negativamente a la calidad de vida, entre ellas los problemas articulares son los más frecuentes. El incremento de casos de enfermedades neurológicas, como puede ser el caso del Parkinson, Alzheimer, y tantas otras, nos demuestra que al igual que sucede en la infancia, es completamente necesario recibir ayuda que oriente a esas personas por el camino correcto.
La vida nunca nos prepara para la ancianidad. No tenemos una experiencia que nos ayude a saber cómo tenemos que levantarnos de la cama cuando las fuerzas no nos acompañan, o qué ejercicios deberíamos de realizar para mejorar cuando hemos tenido la desgracia de padecer un ictus, ni tampoco tenemos manera de saber por la experiencia de vida qué deberíamos de hacer cuando una artrosis de rodilla se está convirtiendo en una limitación total para nuestro día a día.
Además lo que vemos en estas personas es que los tratamientos médicos intentan reducir la intensidad de los síntomas, pero una curación completa realmente casi nunca se consigue.
No hay curación para el Parkinson, ni para el Alzheimer, ni tampoco para una artrosis que ha dejado en mal estado una cadera o una rodilla. En estos últimos casos si que se puede pasar por una operación y la instalación de una prótesis puede mejorar de manera notable el estado del paciente, pero por lo general en ese nuevo estado vuelve a ponerse de manifiesto que una ayuda externa especializada es necesaria.
Para todos esos casos en los que los problemas articulares, musculares, neurológicos, respiratorios… o incluso los derivados de una operación para implantar prótesis, ponen de manifiesto que el paciente va a necesitar aprender cómo desarrollar su vida en esa nueva situación, y por lo tanto la fisioterapia puede ser de gran ayuda para que la calidad de vida no se resienta.
Los mayores, con enfermedades limitantes, necesitan una atención especial
Si dejamos sin atención especializada a personas que padecen Alzheimer, o que ven cómo cada día empeora su movilidad debido a la artrosis de su cadera, el empeoramiento de su estado será más rápido y el sufrimiento se convertirá en lo más destacado de sus vidas.
Ciertamente la fisioterapia no siempre puede ayudar para que se produzca la curación. Ningún fisioterapeuta va a conseguir que se detenga la destrucción del cerebro de un enfermo de Alzheimer, ni tampoco va a hacer posible que un hueso deteriorado durante años por un proceso de artrosis vuelva a recuperar su integridad de la juventud. Sin embargo, la mejoría en la calidad de vida de estos pacientes puede ser más que notable.
Qué puede hacer la fisioterapia para mejorar su calidad de vida
Son múltiples los beneficios que los fisioterapeutas podemos aportar al colectivo de las personas mayores.
Cada día se realizan nuevos estudios e investigaciones que demuestran que el ejercicio terapéutico mejora la calidad de vida de nuestros mayores. El trabajo de los fisioterapeutas en estos casos consiste en realizar una valoración funcional y a partir del resultado de la misma poder identificar aquellos tratamientos y ejercicios que nos ayudarán a mejorar la movilidad y el desempeño de las actividades de la vida diaria, reduciendo el dolor y aumentando la confianza en uno mismo. Realizamos ejercicios de estiramiento, equilibrio, tonificación y todo con la dosis adecuada para lograr una mejora progresiva o un enlentecimiento de los síntomas en aquellos casos en los que nos encontramos con enfermedades degenerativas.
Fisiohogar y su tratamiento a domicilio
En Fisiohogar le proponemos un servicio de atención domiciliaria para las personas ancianas que pondrá a su disposición a fisioterapeutas experimentados que pondrá en marcha el plan de actuación que mejor se adapte a su situación particular.
Hacemos una valoración de su estado y vemos, en cada caso, de qué manera debemos de plantear las sesiones de fisioterapia para que se obtengan los mejores resultados.
Recuerde que nos desplazamos a su domicilio y que usted puede decidir los días, y las horas, en las que más cómodo le resulte recibir a uno de nuestros fisioterapeutas.
Siempre nos desplazamos con todo el material necesario y nos podemos adaptar, sin problemas, a cualquier lugar.
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