El 2020 pasará a nuestra memoria por muchos elementos importantes de nuestras vidas, (Nacimientos, bodas, éxitos…) pero si hay algo por lo que será recordado, en general por la sociedad, será el impacto de la pandemia del COVID19, a todos los niveles (económico, sanitario, político…) y en todas las poblaciones.
Entrando a analizar los efectos sanitarios de la pandemia en la población nos encontramos con los provocados por la infección propiamente dicha, y con los efectos colaterales que ha causado, ha dejado un gran número de afectados por ella, tanto de manera directa como indirecta.
- Infectados por COVID-19: este grupo a su vez se divide en dos:
- No hospitalizados: Aquí se engloba una parte de la sociedad que supuestamente ha pasado la infección en casa, aislados de sus familiares en alguna habitación hasta la desaparición total de los síntomas, con una semana más de propina.
- Hospitalizados: Aquí nos encontramos a todos aquellos cuya sintomatología, ha sido muy grave y han precisado atención específica o incluso asistencia invasiva por medio de respiradores externos en unidades de cuidado intensivos.
- Afectados por COVID-19: Todas aquellas personas que han visto radicalmente reducida su actividad física diaria y limitado su espacio vital a su residencia habitual; junto con todos aquellos que estaban siguiendo algún tipo de tratamiento rehabilitador que ha sido interrumpido, o aquellos que estaban a la espera de una intervención quirúrgica que ha sido pospuesta.
Cada una de estas personas va a precisar de la actuación de los fisioterapeutas en mayor o menor medida para recuperar la funcionalidad completa. Será preciso realizar una buena valoración de cada caso para determinar la actuación necesaria.
El grupo que precisará en mayor medida de la fisioterapia, es el de los infectados que han sido hospitalizados, fundamentalmente aquellos que han pasado un largo periodo de inmovilismo y sedación propias de las estancias en las unidades de vigilancia intensiva, conectados a respiradores artificiales. Esto ocurre en cualquier paciente que pasa un tiempo largo en la UVI o en la UCI debido a las secuelas del inmovilismo.
Como hemos podido comprobar una de las secuelas más evidentes de la infección por COVID-19 es la pérdida de fuerza muscular, así como la pérdida de elementos propioceptivos (pérdidas de equilibrio) a nivel músculo esquelético. Si a esta secuela le sumamos factores como la edad avanzada, patologías neurológicas previas o autoinmunes, nos deja un campo de actuación esencial donde los conocimientos y la guía del fisioterapeuta son básicos a la hora de recuperar la funcionalidad.
En esto casos es fundamental la valoración inicial, donde la anamnesis y las diferentes valoraciones para objetivar la situación actual, son el punto de partida, para poder llegar con mayor efectividad y premura al retorno a una situación funcional pre-infecciosa o al menos lo más parecido a ella.
Colegiado nº 3681
Diplomado en Fisioterapia por la Universidad Europea de Madrid.