
En nuestro país podemos encontrar a la fisioterapia en dos sectores principales, que a su vez se subdividen:
- Fisioterapia en el ámbito público: en hospitales, centro de especialidades o centros de atención primaria.
- Fisioterapia en el ámbito privado, que reduciéndolo mucho se dividiría en centros de rehabilitación de mutuas y seguros privados y clínicas de fisioterapia
Por desgracia en el ámbito público nuestra profesión está aún infravalorada. Los profesionales de fisioterapia en el sistema sanitario español se encuentran en ratios ínfimos si nos comparamos con otros países de nuestro entorno. La OMS recomienda la presencia de 1 fisioterapeuta por cada 1000 habitantes y en España contamos con 0,1 por cada 1000 habitantes. Esto implica largas listas de espera y que los pacientes acaben acudiendo, si pueden permitírselo, al ámbito privado. En el ámbito público se opta por la rentabilidad inmediata que producen los medicamentos o las intervenciones quirúrgicas, dejando de lado la rentabilidad a medio-largo plazo que se obtendría con el adecuado tratamiento fisioterapéutico en determinadas patologías (disminución de costosas operaciones o disminución de bajas laborales, entre otros).
La fisioterapia en las mutuas y en los seguros privados de salud
Tras varios años trabajando con pacientes derivados de estas mutuas y seguros privados diré, para resumir, y aunque parezca duro, que el tratamiento que muchas veces se les ofrece se debería calificar de “churroterapia”. Con esta afirmación, ¿estoy tirando piedras sobre nuestro propio tejado? Posiblemente.
El sistema de las sociedades y mutuas está creado para que un fisioterapeuta trate como mínimo a 4 o 5 pacientes de forma simultánea. Y esto ¿por qué?, la respuesta es fácil, el dinero.
Las mutuas pagan a las clínicas, por lo menos en Madrid, un precio por sesión (de lo que llaman “rehabilitación combinada”) que oscila entre los 4 y los 10 euros, las más generosas. Esto hace que los centros médicos y las clínicas tengan que sobreponer pacientes para poder tener rentabilidad, dejando muchas veces de lado la calidad asistencial.
Y ¿cómo lo hacen?, pues con la electroterapia. El infrarrojo, la microondas, la magnetoterapia, el ultrasonido y los TENS son los grandes aliados. Mientras el fisioterapeuta programa la máquina de un paciente, trata a otro y, a la vez, explica ejercicios a un tercero.
Los pacientes saltan de una máquina de electroterapia, muchas de ellas con la evidencia científica en entredicho, pudiendo dedicar el fisioterapeuta un máximo de 10-15 minutos de forma individual a cada uno. En este escaso tiempo, se intenta abordar la patología de la persona mediante la terapia manual o el ejercicio terapéutico, mientras que suenan los aparatitos del resto de pacientes avisando de que han terminado.
Desde mi punto de vista los seguros médicos, las mutuas y los propios profesionales, deberíamos replantearnos a donde queremos que vaya la fisioterapia. Esta debe ser rentable (una palabra siempre difícil cuando hablamos de mejorar la salud de las personas), sin que ello choque con una adecuada calidad asistencial y unos tratamientos acordes con la evidencia científica actual.

Colegiada nº 9517
Graduada en Fisioterapia por la Universidad Complutense de Madrid.