Primera jornada

Empezamos un día otoñal con frío y lluvia en Basauri, donde visitamos a «Jose» que se está recuperando de una fractura de fémur. Tras la intervención salió deambulando con andador con mucho dolor y pocas ganas de caminar. Después de varias sesiones tuvo un pequeño contratiempo por una infección en el tobillo pero una vez superado el percance ya empezamos a caminar con un bastón, igual que hacía antes de la fractura y ha vuelto a recuperar su rutina habitual.

Continuamos la mañana en Bilbao con «Pilar», que necesita realizar ejercicios de potenciación y equilibrio para mantener su estado físico, que se ha ido deteriorando en los últimos años.

Antes de parar a comer nos dirigimos a Leioa para tratar a «Consuelo», con la que iniciamos tratamiento a causa de un síndrome parkinsoniano que le produjo numerosas caídas, en una de las cuales sufrió una fractura de muñeca. Una vez retirado el yeso hemos añadido el tratamiento de la misma al plan habitual.

A la tarde tenemos otras tres sesiones, primero vamos a Bilbao, donde tratamos a «Dolores» que tras haber estado ingresada en el hospital tras un ictus ya se encuentra en su domicilio. Continuamos potenciando su movilidad y sensibilidad a la vez que controlamos la espasticidad.

A media tarde nos dirigimos a Getxo, donde nos encontramos con «Andoni», un médico recientemente jubilado que acaba de ser intervenido de prótesis de cadera. Debido a que es relativamente joven para esta intervención deambula bien con dos muletas y enseguida pasamos a usar una sola, aunque tenemos que corregir una notable cojera en la deambulación.

Finalizamos la jornada en el hospital, donde tenemos a un nuevo paciente de ictus que contactó gracias al boca a boca de «Dolores», anteriormente mencionada. «Eugenio» se encuentra en una fase inicial de la rehabilitación, con menos de dos meses transcurridos desde el ictus. En su caso ha recuperado muy rápido la movilidad, siendo casi imperceptible la lesión en la extremidad superior. Su mayor déficit y en lo que más estamos trabajando es en el equilibrio, la transferencia de cargas y la precisión a la hora de movilizar la extremidad inferior afectada.

Tras una jornada de trabajo muy fructífera, me retiro a casa a descansar y coger fuerzas para la próxima jornada.

Segunda jornada

Amanece el día en Barakaldo, como la mayoría de los días de un color gris perlado, no triste pero sí luminoso y con una temperatura agradable para ser casi invierno. Tras un buen desayuno y un intenso paseo con mi fiel amigo, mi perro, me dispongo a comenzar la jornada laboral que no siempre se desarrolla en el mismo lugar, por suerte.

Es una de las cosas que más me gusta de ser fisioterapeuta a domicilio, que te desplazas durante toda la jornada y cambias de paisaje con frecuencia. Hoy exactamente voy a La Arboleda, un pueblecito minero con encanto tanto por su ubicación, en la montaña, como por sus gentes y su gastronomía. Allí me espera mi paciente «Ane», a la que trato con motivo de las secuelas que le dejó un ictus hace 11 meses.  Al término de su tratamiento, bajo a la calle de al lado y me sorprende algo de lluvia, aunque no es problema pues voy donde su vecino «Eneko», que también necesita de nuestros servicios ya que me comenta que tiene contracturas en la espalda que le impiden realizar sus labores diarias en el pueblo. Son personas tan agradecidas que más de una vez me han invitado a desayunar y yo gustosa he aceptado, aunque eso sí con algo de prisa pues tengo que continuar con mi trabajo, que tras dos horas y media me lleva a Getxo.

Durante el trayecto, con la energía que me proporciona el “hamarretako” o comida de media mañana a la que me convidaron, disfruto de un hermoso trayecto en coche por toda la bajada del monte con algo de niebla y  ganaderos me saludan desde la campa mientras pastan sus vacas. Por fin llego al domicilio de Getxo tras cruzar la Ría, mi paciente «Marian» me espera algo ansiosa para comenzar su sesión de fisioterapia pues tiene Parkinson y juntas realizamos un plan de ejercicios para mejorar su equilibrio, la destreza de su mano y estirar sus músculos.

Mis últimos pacientes de la mañana son de una residencia de mayores en Barrika, allí durante unas horas trabajo con los aitites (abuelos) la marcha, el equilibrio y fortalecimiento general, mucho me regalan sonrisas y besos, siempre están de buen humor.

Ya es la hora de almorzar y regreso a casa en Barakaldo, el sol parece asomar tímidamente entre las nubes. Tras un breve reposo, salgo para mi primer paciente de la tarde que se ubica en Bilbao capital. En la zona de Indautxu vive «Leire», ella necesita un buen drenaje linfático en los miembros inferiores porque está en silla de ruedas como secuela tras una operación del pie que le impide caminar.

Y para terminar la jornada, voy al pueblo de Sopela, de nuevo vuelvo a cruzar la Ría para encontrarme con «Darío» en su casa, antes, como llego con tiempo a la cita, me tomo un café en una terraza cercana al domicilio. Cuando llega la hora, ya estamos «Darío» y yo realizando su rehabilitación, pues tiene demencia y se le han ido anquilosando las articulaciones también, por lo que tras su terapia manual en miembro inferior, realizamos su rutina de ejercicios de coordinación, fuerza, flexibilidad y equilibrio.

Fin de la jornada de trabajo, como resultado seis personas han recibido su tratamiento de fisioterapia, y nosotros encantados de haberlo podido realizar. Si quieres que nos acerquemos a visitarte un día de estos, no dudes en contactar con nosotros y te incluiremos en nuestra ruta diaria encantados.

Published On: 5 diciembre, 2018 / Categories: Fisioterapia a domicilio /