Cuando trabajas como fisioterapeuta neurológico, son muchas las veces que el paciente y los mismos especialistas, neurólogos y médicos rehabilitadores, plantean la aplicación de toxina botulímica a un paciente con espasticidad o rigidez. La realidad es que no en todos los casos es la terapia más adecuada, ni sus resultados son los esperados por el paciente.

¿Qué es la Toxina Botulínica?

La toxina botulímica es una neurotoxina elaborada por una bacteria denominada Clostridium botulinum. Uno de sus efectos en el organismo es la parálisis temporal del músculo.

Esta parálisis se produce cuando la presencia de la toxina en la unión neuromuscular (nervio periférico-músculo), bloquea la liberación de acetilcolina que produce la contracción muscular, produciendo una parálisis temporal del músculo. Lo que podemos llamar una quimio-denervación.

¿Cuándo y cómo se aplica?

Se emplea en ciertas enfermedades neurológicas que cursan con hiperactividad muscular, tales como movimientos involuntarios, distonías, rigidez y espasticidad. La neurología es la especialidad médica donde su uso produce más beneficios.

Se debe indicar principalmente cuando la espasticidad, rigidez o distonía producen dolor, restricciones importantes del movimiento que dificulten la función o el manejo del paciente en sus actividades diarias; siempre y cuando no se puedan solventar con las técnicas de inhibición de la rehabilitación neurológica. Es decir no debe ser la primera opción. Debe ir precedida de una evaluación precisa del tono muscular y de la actividad refleja patológica que el paciente presenta.

El especialista debe identificar con exactitud el músculo o grupo muscular afectado, e inyectar en la unión neuromuscular directamente la toxina. No siempre es fácil dar con este punto ya que puede haber leves variaciones de su ubicación de un paciente a otro; por lo que se puede valer de electromiografías o ecografías.

La dosificación no está estandarizada, se suele empezar con dosis pequeñas de acuerdo al tamaño del músculo y número de músculos a tratar; y dependiendo de los resultados, en las siguientes aplicaciones modificar dicha dosis. Sus efectos se empiezan a sentir en la primera semana tras su aplicación y puede durar de 2 a 4 meses. Nunca se recomienda reinyectar antes de 4 meses.

Tratamiento de Fisioterapia y Toxina Botulínica.

Ambos deben ir de la mano. La aplicación de toxina botulímica en problemas de  hiperactividad muscular, debe ir acompañada  siempre de un tratamiento de fisioterapia.

Los objetivos de la fisioterapia serán estirar de manera pasiva/activa la musculatura afectada, facilitar la actividad de la musculatura antagonista y así lograr un reentrenamiento del control motor.

Es importante que los mismos fisioterapeutas reconozcan en qué casos realmente la toxina botulímica puede ayudar a su paciente, y que la toxina no es la cura definitiva, más bien es un facilitador en el manejo terapéutico de las alteraciones del tono y la actividad muscular.

Si quieres saber si la terapia con toxina botulínica es una buena opción para tu problema o el de un familiar, puedes ponerte en contacto con nosotros y un fisioterapeuta neurológico podrá valorar tu caso y darte respuestas.

Published On: 30 octubre, 2017 / Categories: Fisioterapia neurológica /

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