Llevo ya muchos años trabajando con pacientes de fisioterapia a domicilio en Alcorcón y una de las cosas que más me preocupa durante la atención a personas mayores y pacientes neurológicos es: ¿quién cuida a los cuidadores?

Ir a un domicilio significa entrar en lo más profundo de toda una esfera familiar, mi experiencia durante los tratamientos de fisioterapia y más de cinco años valorando situaciones de dependencia me han permitido observar las situaciones tan complejas que se viven en el interior de los hogares.

Cuando un familiar de nuestro entorno está enfermo, a cualquier nivel, va a requerir el apoyo y ayuda de quienes le rodean para suplir esas funciones que no puede realizar él solo. Esto significa que otras personas ocuparán parte de su vida en complementarle esas tareas.

Necesariamente se provoca una alteración de la forma de vida de esas personas, de esos cuidadores, que gran parte de las veces se sentirán incapaces, abrumados, estresados en esa búsqueda por realizar los mejores cuidados posibles a un tercero. Lo que significa muchas veces dar buena parte de sí mismos. Y, desgraciadamente, en el momento actual, estos cuidadores se encuentran solos, sin apoyos institucionales en un sistema que les sobrecarga y no valora el gran trabajo que realizan.

Así, como fisioterapeuta, como profesional sanitario, quiero hacer un llamamiento e invitaros a que os permitáis el lujo de pensar también en vosotros mismos, que sepáis cuidaros y que sepáis pedir ayuda cuando la necesitéis, sin angustiaros, sin sentir que no habéis logrado el objetivo que se os exige, porque es un objetivo de unas dimensiones inabarcables para una persona sola. No os asustéis cuando tengáis ciertas emociones, no sois “malos”.

Son emociones reconocidas, se sabe que las sufrís, es normal y natural notar estos síntomas:

Hay que cuidarse para cuidar.

Hay que cuidarse para cuidar.

  1. Sentirse irritado y con cambios de humor.
  2. Estar cansados, a veces casi permanentemente, incluso en días de reposo. Y para colmo no lograr dormir adecuadamente a pesar del cansancio.
  3. Evadirse y aislarse e incluso llegar a intentar soportarlo con fármacos o alcohol por ejemplo.
  4. Sentir cambios en nuestro comportamiento, e incluso nuestra memoria y atención.
  5. Vivir angustia, ansiedad, depresión.
  6. Volcar esos sentimientos en los otros o en el ser cuidado con tratos a veces poco amables o impacientes.

No os juzguéis, solo estad atentos a reconocer estas emociones para poder superarlas y no verse envuelto en el famoso “Síndrome del Cuidador Quemado”.

Vuestras vivencias son complicadas y en apenas cuatro líneas es imposible haceros llegar toda la ayuda que os haría falta pero hay algunos detalles que os podemos proponer:

  1. Importante: saber pedir ayuda sin complejos, a familiares, amigos y a nosotros los profesionales. Sin dudarlo y en cuanto notemos síntomas de desgaste.
  2. Encontrar tu tiempo, marcar unos límites de cuidados. Es difícil pero para poder cuidar debemos encontrarnos bien. Y puedes cuidar más en una hora descansado que en tres horas agotado e irascible. Busca sin vergüenza quien te pueda ayudar. No asumas toda la responsabilidad tú solo.
  3. Y en ese tiempo cuida tu salud, encuentra una actividad que te permita desconectar, júntate con las personas de tu entorno y relájate con ellos, disfruta de tu momento. Y planifícalo y asegúrate que lo tienes al menos una vez al día y con algunas vacaciones de vez en cuando.
  4. Si el familiar cuidado se comporta de forma no deseable, de verdad, no es tu culpa, es fruto de la situación de enfermedad. El ser humano tiende a desahogarse con aquellos más cercanos, por la propia confianza, a pesar de que a veces nuestro desahogo hace daño. Pero insisto, es la situación de enfermedad.
  5. No tienes superpoderes, ni obras milagros, no pretendas ir más allá de lo que puedes hacer desde tu cuerpo y mente humanos o te podría llegar la frustración.
  6. Cuídate, no desgastes tu salud, la necesitas y tienes derecho a encontrarte bien, sin dolores ni sufrimientos innecesarios.
  7. Y si sientes que no puedes más y que necesitas otras soluciones NO TE CULPES POR ELLO, porque sencillamente, no es tu culpa.

Soy consciente de lo fácil que es decir todo esto y lo difícil que es llevarlo a la práctica. Pero espero al menos que un poquito os haya servido de ayuda a todos esos cuidadores tan olvidados por la sociedad.