Un día como hoy me siento casi en la obligación de dedicar esta entrada del blog a cada una de las mujeres del mundo y, como no podía ser de otra manera, sobre todo a la mujer fisioterapeuta. Perdonadme, pero quiero realizar un texto un poco reivindicativo porque aún lo necesitamos. Porque el mundo sociosanitario es uno de los ámbitos en los que tenemos gran representación. Y a pesar de ésta y más allá de lo que se pueda pensar también los datos nos hablan de diferencias inexplicables que hacen que sigamos mereciendo que se nos reconozca, que se nos alabe incluso, porque esos datos llevan a pensar que nuestros esfuerzos son mayores sólo por nuestro sexo. Que nuestra lucha es más dura y que los muros que nos encontramos son más altos.

Signe Brunnstrom

Para que nos hagamos una idea y sin ánimo de entrar en detalles de excesiva exactitud según los últimos datos que nos encontramos en una búsqueda por internet (algunos de 2012, 2013 o 2014) en general el porcentaje de mujeres fisioterapeutas ronda entre un 60-70%. Si nos fijamos en la mayor parte de las profesiones sanitarias en general el porcentaje de mujeres suele ser mayor, hasta incluso rondar más del 90% en algunos años en Logopedia o Terapia Ocupacional.

Pero los datos de paro al final de 2012 por ejemplo dan mucho para pensar, un 26,03% de fisioterapeutas desempleados hombres, frente al 73,97% de mujeres. A finales de 2013 la tendencia era la misma, de 1908 parados, 1456 eran mujeres fisioterapeutas.

Si a ello le sumamos esos pequeños micromachismos (palabra que tanto oímos en estos días y que conviene conocer) donde a veces tenemos que escuchar frases del tipo “el masaje de las mujeres es más flojo” o aún más grave “no queremos fisioterapeutas en los equipos deportivos porque los jugadores se pueden distraer” (sí señores, con estas palabras tal vez no, pero se escuchan cosas parecidas) o saber que a pesar de haber más fisioterapeutas mujeres la imagen que buena parte de la población tiene del fisio es la de un hombre musculado y son sus manos las que visualizan sobre una espalda; podemos bien llegar a la conclusión de que, una vez más, lo tenemos más difícil. ¿Quién lo iba a decir en una

Estrid Vodder y Emil Vodder

profesión como ésta?

Mujeres fisioterapeutas: 

Y con esta información quiero despedirme haciendo un reconocimiento a todas esas mujeres  que nos han regalado algunas técnicas para tratar a nuestros pacientes, porque aunque también en su mayoría son hombres (algo que nos lleva de nuevo a reflexionar sobre qué puede estar sucediendo) ellas han sabido superar las trabas de su sexo para ofrecernos sus conocimientos. No están todas, lo sé, pero: Gracias Estrid Vodder

por colaborar con tu marido y brindarnos la posibilidad de ayudar al sistema linfático con vuestro drenaje, gracias Madame Godelieve Denys-Struyf por recordarnos las conexiones del cuerpo con tu método GDS y también gracias Françoise Mézières

Françoise Mézières

Françoise Mézières

por conectar en líneas parecidas las cadenas musculares, gracias Blandine Calais-Germain, a quien tuve el gusto de conocer y traducir a los compañeros, por el increíble trabajo de conciencia corporal que realizas, sea para el diafragma, para el suelo pélvico o para la voz y tu impresionante capacidad pedagógica, gracias Berta Bobath

Berta Bobath

que junto a tu marido mejoraste el mundo de los pacientes con enfermedades neurológicas y de la misma manera gracias Signe Brunnstrom que aunque menos reconocida en nuestro país tus aportaciones son igual de valiosas. Y gracias a tantas y tantas otras que desconozco o que ahora mismo no recuerdo. Gracias por ayudarnos a ser mejores fisioterapeutas y así poder cuidar mejor de nuestros pacientes.

De verdad. Gracias y mil veces gracias.