En el artículo de hoy queremos contarte como cuidar tu cuello y prevenir la aparición de lesiones. 

El cuello es una estructura compleja que aúna un gran dinamismo a la vez que tiene que sostener un armazón de mayor diámetro que el suyo (la cabeza).

El sedentarismo de la sociedad actual, el exceso de posturas mantenidas por cuestiones laborales o de ocio, con un cuello estático pero una mirada en movimiento, las preocupaciones, el estrés acumulado y tantas y tantas otras razones están provocando una generalización de los dolores en esta región como si de una epidemia se tratase.

Es difícil conocer a alguien que en algún momento de su vida no haya tenido algún problema de cuello o síntomas que podrían asociarse a ellos.

Porque ése es otro problema, la cantidad de síntomas que pueden relacionarse con las estructuras del cuello y que resultan increíblemente incómodos y llegan a provocar que no podamos desarrollar adecuadamente nuestro día a día.

Podemos tener dolores, falta de fuerza y hormigueos de hombro y brazo cuyo origen puede ser cervical; mareos y vértigos; alteraciones visuales; sensación de malestar general por la compresión de nervios; problemas para tragar; por supuesto dolores de cabeza (las famosas cefaleas tensionales) y más directamente limitaciones de movilidad del propio cuello y rigidez.

Por todo ello se vuelve increíblemente importante protegerlo. Intentar compensar esas sobrecargas que le estamos provocando con cuidados y ejercicios diarios.

Por un lado hay que controlar la postura, que sea lo más correcta dentro de lo posible. Sentarnos adecuadamente delante del ordenador con el borde superior de las pantallas a la altura de la mirada, con los brazos reposados para escribir en el teclado y no con los codos en alto lo que obliga a un trabajo permanente estático de músculos como el trapecio.

Dolor de cuello por mal uso del teléfono

No abusar del móvil o las tablets e intentar colocar estos dispositivos también a la altura de la mirada para evitar la actual posición del cuello en flexión, con la mirada hacia abajo, postura que multiplica la carga que debe soportar nuestro cuello, postura que está empezando a convertirse en la imagen de la nueva sociedad tecnológica y que nos impide ver el mundo y experimentar más allá. Aunque las tecnologías avancen, el cuerpo no se adapta tan rápidamente y debemos cuidarlo.

También es importante recordarle al cuello de vez en cuando cuál es su rango de movimiento. Cuando llevamos un buen rato en la misma posición y empezamos a sentir molestias, casi todos de manera intuitiva tendemos a mover o estirar el cuello. Y efectivamente, debemos hacerlo. Pero sería mejor pautar momentos en los que vamos a mover y estirar y no esperar a que lleguen las molestias.

El cuello puede girar a un lado y otro, puede inclinarse llevando la oreja al hombro, puede dirigirse hacia abajo y puede dirigirse hacia arriba. Y por supuesto puede combinar todos estos movimientos generando múltiples posibilidades. Así que, de vez en cuando, mueve tu cuello en estas direcciones, lentamente, con cuidado, pero buscando los límites y, si quieres, en estos límites quédate unos segundos, recuérdale a tu cuerpo y a tu cerebro cuáles son todas sus posibilidades de movimiento, recuérdale cuál es su verdadera capacidad. Mueve y estira. Y SIENTE cómo se mueve, cómo cada vértebra se articula para generar ese gesto, sé consciente de tu posición y de tu forma, concéntrate para trabajar también la tan olvidada conciencia corporal. Percibe qué sucede si llevas la cabeza hacia delante, o hacia atrás, intenta tragar en esas posiciones, intenta mover los brazos y ver cuáles son sus nuevos límites en relación a la cabeza. Qué zonas se ponen tensas y cuáles se relajan. En definitiva, comprende y siente tu cuerpo.

Y montones de ejercicios y muchos estiramientos posibles para toda la cantidad de músculos que hay. Mima tu cuello, cuídalo y aprende también a saber en qué momento vas a requerir una mano amiga, la de tu fisioterapeuta, para evitar que los problemas se incrementen; para no dejar que evolucione un dolor o un síntoma, para frenar a tiempo cualquier proceso patológico y revertirlo.

Detecta cuál es tu trabajo y tu rutina para darte cuenta qué prioridad debes dar a la protección de tu cuerpo. Adelántate al futuro. Haz prevención por ti mismo y busca la prevención en los profesionales que pueden ayudarte. Y si el tiempo y el estrés son un problema, no te preocupes, nosotros nos desplazamos donde necesites reduciendo los minutos que requieres para ocuparte de tu bienestar y evitando que seguir un tratamiento sea, además, un estrés añadido a vuestra agenda.