La rehabilitación después de sufrir una triada es un proceso largo y que requiere la máxima colaboración entre paciente y fisioterapeuta para conseguir un estado físico de buena calidad.

La llamada triada es una de las lesiones de rodilla que más miedo da sobre todo a los deportistas. El motivo es que en este tipo de lesión están implicados muchos elementos y, por tanto, la recuperación de todos ellos es más compleja.

Como sabrás la triada se produce cuando se realiza un movimiento brusco de frenada. Es decir, se está en movimiento y el pie para de golpe haciendo que la rodilla se resienta de ese frenazo, rotando la tibia sobre el fémur que no soporta el golpe y es cuando se produce el chasquido (audible para la propia persona y los de su alrededor) que provoca un dolor intenso que impide caminar.

En este tipo de lesión es habitual que se vean afectados los elementos no óseos de la rodilla: el menisco y los ligamentos cruzados y ligamentos laterales. Para ver el alcance de la lesión hay que valorar uno a uno todos los componentes y decidir cuál es la forma más adecuada de proceder. Ésta suele ser la intervención quirúrgica.

El reto de la recuperación

Tras la operación se inicia un periodo de rehabilitación fisioterapéutica. Dependiendo de qué elementos de la rodilla se hayan visto más afectados por la triada los tiempos para volver al caminar serán más cortos o largos. En cuanto a la vuelta a las pistas deportivas, los tiempos son otros y, en cualquier caso, más largos. También hay que tener presente que, en algunos casos, la rodilla no vuelve a recuperar su forma física anterior a la triada.

El esfuerzo y tesón en este periodo, intenso y duro trabajo, es fundamental. Los dolores y limitaciones de movimiento son muchos. Su fisioterapeuta en coordinación con su médico determinará un plan de trabajo diario. Será una combinación de masajes y ejercicios.

Los masajes acelerarán la cicatrización a la vez que preparan los músculos para comenzar a moverse. Los ejercicios comienzan por apoyos y pequeños movimientos en la mayoría de los casos realizados por el fisioterapeuta. En una segunda etapa, es el paciente el que debe realizar de forma activa movimientos, estiramientos y giros. Se irá moviendo con más soltura.

En una última fase estarían los ejercicios para tratar de recuperar la fuerza y capacidad de movilidad y resistencia para volver a practicar alguna modalidad deportiva.