La terapia física es uno de los recursos más usados para solucionar los problemas de lumbalgias. La zona baja de la espalda concentra muchos tendones, músculos, nervios, discos intervertebrales y pequeñas articulaciones, por lo que cuando surge una irritación o problema en esta zona los dolores pueden extenderse y reflejase por otras partes del cuerpo.

Los beneficios de la terapia física pueden reducir de manera notable los tiempos de curación y ayudar a prevenir otras posibles dolencias.

Al hablar de lumbalgias tenemos que tener en cuenta que pueden tener distinta intensidad y dependiendo de ello los tratamientos serán de una manera u otra. Como en cualquier dolencia el primer paso es determinar el origen y valor el grado de intensidad. A partir de ahí se procede a plantear un plan de recuperación:

  • Descanso. Ante un problema de lumbalgia lo primero es descansar. Frenar cualquier actividad que realicemos y, por supuesto, no hacer ningún esfuerzo físico que pueda agravar la inflamación e irritación de la zona. Los músculos, tendones y nervios de la zona tienen que relajarse. Sin embargo, el periodo de descanso tampoco debe ser muy largo, porque se puede perder musculatura lo que a la larga puede ocasionar lumbalgias más continuas, precisamente por falta de musculación.
  • Medicación y fuentes de calor/frío. En los casos en los que la lumbalgia es muy fuerte y los dolores persistentes es preciso tomar medicamentos que ayuden a reducir la inflamación y que mitiguen el dolor. Asimismo, también es recomendable aplicar frío en la zona donde se localiza el foco de la lumbalgia. Dependiendo de las personas se aplica calor o frío o se alterna ambas cosas.

Terapia física

Las mejoras más notables llegan con la terapia física. Los profesionales de la fisioterapia a través de masajes y de programas de ejercicios puede reducir los efectos de la lumbalgia y preparar el organismo para evitar nuevos procesos.

  • Masajes. Este tipo de terapia física relaja la zona donde se concentra la inflación, favoreciendo la circulación sanguínea y potenciando el transporte de oxígeno a las partes más blanda de la zona lumbar.
  • Ejercicios. Una vez que el dolor más intenso ha desaparecido es importante comenzar con ligeros ejercicios. Movimientos aeróbicos o simplemente caminar pueden resultar de gran ayuda. Después se pueden hacer ejercicios más fuertes como abdominales, dorsolumbares, ejercicios para los glúteos y el cuádriceps y diferentes tipos de estiramientos que ayudan a colocar músculos y tendones a la vez que los fortalecen.