Si tienes un niño con distrofia muscular sabes muy bien que la atención y cuidados fisioterapéuticos son fundamentales. Este grupo de trastornos hereditarios se caracterizan por provocar debilidad muscular y pérdida del tejido muscular, lejos de mejorar, la situación va empeorando.

Para que esto suceda de la manera más lenta posible la ayuda de la fisioterapia es muy importante. En el momento que se diagnostica una distrofia muscular es recomendable iniciar un plan de trabajo. Se hace un análisis de la situación del niño y sus mayores necesidades y se trabaja con él y con los padres de manera diaria.

Los ejercicios, masajes y movilizaciones que se hacen con el pequeño se convierten en casi en un juego para él, son movimientos fáciles, a veces con balones y cintas que se presentan para el niño como una actividad divertida. Además, como se repiten se convierten para él en una rutina más del día a día.

Los cuidados de fisioterapia en estos niños están orientados a que los tejidos musculares se mantengan en el mejor estado posible. Los masajes contribuyen a que se cuide y mantenga la flexibilidad y elasticidad, a la vez que tratan de controlar los dolores que inevitablemente pueden ir apareciendo.

Después, con ejercicios y estiramientos se trata de cuidar la musculatura, fortaleciendo la que se tiene y tratando de recuperar la que ya se ha visto afectada por la enfermedad. Este es un trabajo lento y continuado, pero con tesón y paciencia se puede lograr que el niño con distrofia muscular tenga la mejor calidad de vida posible.

En esta tarea la participación de los padres es fundamental. Aunque el trabajo de los fisioterapeutas sea constante y estén disponibles para solucionar cualquier problema, los padres y familiares más cercanos tienen que saber manejar la situación, conocer los ejercicios que pueden ayudarle en un momento concreto y cómo relajarle o calmarle.