La intención de este texto no es asustar, ni mucho menos alarmar pero sí prevenir, dar una información que debe conocerse. Estar atentos a signos detectables de manera sencilla y que nos van a permitir remediar a tiempo algo que podría tener consecuencias más graves.

La Trombosis Venosa Profunda es la formación de un coágulo sanguíneo en una vena que se encuentra profunda. Suele suceder en pierna y muslo pero también puede llegar a ocurrir en brazos.

Imagen Fotolia (TVP)

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El problema de este coágulo es que puede desplazarse a lo largo de esa carretera que es el torrente sanguíneo y llegar a destinos indeseables como son el cerebro, pulmones o corazón (u otros órganos del cuerpo).

La mayor parte de las veces, en la trombosis los sistemas de alerta del cuerpo funcionan y mucho antes de que las consecuencias sean bastante más indeseables, así que debemos escuchar porqué nos está gritando el cuerpo.

Y, ¿por qué considero importante saber cómo detectarlo? Porque los terapeutas y cuidadores tenemos en nuestras manos muchas veces a personas cuyo riesgo de sufrir este problema está aumentado, sea por su propia enfermedad, sea por acabar de ser operados o por periodos de inmovilidad más o menos prolongados.

Hay una regla para recordar algunos síntomas que se van a producir (aunque existen más), pero esta regla facilita la memorización. Comúnmente se habla de Rubor, Tumor y Calor. Añadiremos a la rima también Dolor. La región donde más frecuentemente observaremos esto es la pantorrilla (aunque hay que vigilar otras regiones).

  • Por rubor se entiende que la zona, la piel, está enrojecida.
  • El tumor no es una palabra que deba asustar, hablaríamos de algo engrosado, edema, inflamación en la zona.
  • La temperatura también estará aumentada y en esa parte se sentirá calor.
  • Sobre el dolor suele hablarse de “dolor a punta de dedo”, es decir, si yo oprimo con alguno de mis dedos la región, se incrementa el dolor. Pero también se puede provocar haciendo un movimiento de bombeo con nuestras manos en la pantorrilla o al realizar flexión dorsal del pie, o bien la persona puede referir dolor en esa zona al caminar.

Para verificar también podríamos tomar el pulso en tres partes de la pierna (tobillo, poplíteo y femoral) y comprobar si en las partes superiores está debilitado o incluso desaparecido, pero en cualquier modo, si observamos alguno de los síntomas anteriores y ante la más mínima sospecha el modo de actuar es claramente ir al médico inmediatamente.

Es una de esas raras ocasiones en las que se recomienda no hacer nada, casi absolutamente nada. No moverse (con lo que nos gusta a los fisioterapeutas haceros andar…) Por supuesto esta situación será temporal. Una vez instaurado el tratamiento será caminar una de las pautas más beneficiosas para prevenir recidivas.

Y las pruebas que nos van a hacer no son complejas, normalmente con una simple ecografía doppler bastará para llegar a un diagnóstico más evidente y/o un examen de sangre. Y con algo tan sencillo podrán descartarlo y nos quedaremos tranquilos para poder seguir realizando nuestra terapia o actividades diarias o podrán haberlo encontrado a tiempo e instaurar el tratamiento necesario (normalmente un tratamiento anticoagulante) para que ese coágulo no genere problemas más graves.