Caso de éxito en el tratamiento de un paciente con hemiplejia

 

No lo olvidaré nunca.  El pasado 2 de febrero, me desperté con un dolor de cabeza horroroso en el lado derecho de mi cabeza.  Fui a buscar un Ibuprofeno y en ese momento mi mujer notó que hablaba raro y que pasaba algo raro en la cara.  Decidimos llamar a la ambulancia.

Al llegar en el hospital, ya tenía la parte izquierda de mi cuerpo como paralizado.  Noté como un peso pesado tirando de mi lado derecho.  La verdad es que intentaba mover mi brazo y mi pierna izquierda pero aunque lo intentaba, no se movía nada.  Recuerdo que fueron los peores minutos de mi vida.  Lo “peor” es que estaba totalmente consciente, tocaba mi mano izquierda y parecía que estaba tocando la mano de otra persona.  Me llevaron a la UCI y allí perdí el conocimiento.

Cuando me desperté, noté que estaba rodeado de cables; pregunté a la enfermera que me había pasado y allí es cuando me enteré de que había sufrido una hemorragia dentro de la cabeza.  Me dijo que ya me habían operado y que gracias a Dios, lo peor había pasado.

Después de casi dos semanas en la UCI me trasladaron a planta y allí empecé mi aventura con la Fisioterapia.  Venían a verme dos veces al día y me movilizaban todo el cuerpo.  No entendía bien que me estaban haciendo porque siempre había pensado que los Fisios me iban a dar masajes.  Eso era otra cosa, como ejercicios que me ayudaban a estimular los movimientos de mi lado paralizado.

A los pocos días volví a casa.  Me dijo el médico que necesitaba hacer rehabilitación diaria;  me ofrecieron hacer mi rehabilitación en el hospital; lo probé unos días, pero sinceramente, me pareció durísimo.  Había que ir en ambulancia, esperar, hacer una hora de tratamiento, volver a esperar, y después de casi cinco horas, volvía a casa a la hora de comer.  Un amigo me dijo que existía la posibilidad de que viniera un Fisio a mi casa y cuando mi hija busco, encontró a los Fisioterapeutas de Fisiohogar.

El primer día que vino mi nuevo Fisio me hizo una valoración, me explicó que había tenido “suerte” porque los infartos hemorrágicos solían tener una buena recuperación pero recomendaba tratamiento diario hasta que veía una recuperación.

Los tratamientos en mi casa fueron muy cómodos por un lado (nada que ver con la paliza de ir al hospital), pero por otro lado recuerdo que terminaba agotado.  Era muy dificil aceptar el hecho de que mi cuerpo no obedecía y aunque con la Fisio repetía mil y una vez, veía que no progresaba.  Ella siempre me dijo que no me agobiara; que había que pensar que el tratamiento era a medio plazo, y que aunque no notaba movimiento en ese momento, llegaría el día que se arreglaría todo.

A los tres semanas de empezar mi tratamiento es cuando me dí mi primera alegría.  Por fin, mi pierna me obedecía y aunque fueron movimientos muy laboriosos por fin veía que algo estaba cambiando.  Casi al mismo tiempo empecé a notar que podia mover mi hombro y con mucho esfuerzo empecé a doblar mi codo.  Cada día repetía la hoja de deberes que me dejó mi Fisio y poco a poco, noté que cada día podía controlar mejor mi cuerpo.

Unas seis semanas después de mi primer tratamiento, mi Fisio me puso de pie.  Hasta el día de hoy, reconozco que no entendía la razón de los ejercicios y aunque la Fisio me explicó siempre para que servía cada ejercicio, me costaba relacionarlo.  Desde luego la Fisioterapia neurológica no tiene nada que ver con masajes; es algo más complejo aunque la verdad es que mi Fisio siempre me transmitió serenidad y siempre me pedía paciencia y esfuerzo.

Los primeros pasos fueron duros; tenía un problema evidente con el equilibrio, o lo que la Fisio llamaba coordinación.  Hacíamos ejercicios específicos para eso y aunque perdía el equilibrio, me decía que solo quería verme haciendo el esfuerzo de mantenerme.  Era más importante el esfuerzo en sí que el resultado.

A partír de ese momento la verdad es que empecé a notar mejoras casi diarias.  Según iba mejorando el control de mi cuerpo, la Fisio me dejaba nuevas tareas por hacer y ya no hacían falta sesiones todos los días.  Venía dos días en semana.  Trabajabamos la marcha y cuando ya estaba muy cansado, nos dedicabamos a la mano y los movimientos finos de los dedos.

No creo que olvidaré el momento que mi Fisio me pidió salir a la calle con mis hijos.  Esa misma tarde fuimos a un parque cerca de mi casa.  Mi hijo me sujetaba por la cadera y conseguí andar de un banco al otro.  Era feliz.  Recuerdo que esa noche dormí como un niño. Terminé agotado, pero feliz.

Ya han pasado seis meses.  Ya doy paseos con mi mujer y yo diría que estoy casi recuperado.  Hoy en día sigo haciendo rehabilitación.  He aprendido de memoria todos los ejercicios que me mandó mi Fisio y ella sigue viniendo un día cada dos semanas para ver mi evolución.  Me ayuda con la re-educación de la marcha, con ejercicios de coordinación, repasamos siempre la técnica de subir y bajar escaleras y también me trata el hombro izquierdo que se me quedó un poco dolorido.

Hoy en día se perfectamente que es lo que me había pasado.  Mi gratitud hacia los médicos que me operaron porque posiblemente me salvaron la vida, pero si no fuera por el trabajo de los Fisioterapeutas estoy seguro que hoy en día no podría hacer todo lo que he conseguido; con mucho esfuerzo pero con el tratamiento indispensable de los Fisioterapeutas expertos en neurología de Fisiohogar.

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